Observa la carretera a través del parabisas moteado por las gotas de lluvia. Como cada mañana, una sucesión de líneas son devoradas de forma inmisericorde. Contínua ahora, discontínuas después. Unas tras otras en un desfile sin fin. Y así hasta el destino. Parabrisas moteado y líneas blancas. Nada nuevo.
¿Lo de siempre?...La pregunta, obvia, como su contestación, suena de forma monótona, plana, casi intrascendente, todos los días de la semana durante los últimos años. El ni se inmuta. Asiente con un leve gesto, apenas imperceptible. Como un ceremonial, infinitamente repetido, se inicia un protocolo en el que cada uno de los movimientos y acciones parece perfectamente ensayado. Todo es absolutamente rutinario. Nada nuevo. Ninguna sorpresa. Periódico, café y tostada. Un día mas.
Regresa. Suena la radio en el coche. Mirada perdida en la misma carretera de siempre a través de uno de los tantos parabrisas, no importa cual. Se sumerge en sus propios pensamientos e imagina lo que pudo haber sido y no fue. Lamenta no haber estado allí para cambiarlo todo. Vuelve a la carretera. Lineas contínuas, discontínuas, curvas cerradas y rectas interminables. La vida y la muerte sobre ruedas que van y vienen. Rutina.
Ella lo mira con desden. Abre el frigorífico. Tras una búsqueda infructuosa, un carraspeo desaprobatorio. Portazo. El zumbido del microondas rompe el silencio. El busca en el fondo de un paquete de galletas. Ducha, crema dental y cepillo. Sábanas frías, radio despertador y libro......-Hasta mañana Cariño-.
¿Lo de siempre?...La pregunta, obvia, como su contestación, suena de forma monótona, plana, casi intrascendente, todos los días de la semana durante los últimos años. El ni se inmuta. Asiente con un leve gesto, apenas imperceptible. Como un ceremonial, infinitamente repetido, se inicia un protocolo en el que cada uno de los movimientos y acciones parece perfectamente ensayado. Todo es absolutamente rutinario. Nada nuevo. Ninguna sorpresa. Periódico, café y tostada. Un día mas.
Regresa. Suena la radio en el coche. Mirada perdida en la misma carretera de siempre a través de uno de los tantos parabrisas, no importa cual. Se sumerge en sus propios pensamientos e imagina lo que pudo haber sido y no fue. Lamenta no haber estado allí para cambiarlo todo. Vuelve a la carretera. Lineas contínuas, discontínuas, curvas cerradas y rectas interminables. La vida y la muerte sobre ruedas que van y vienen. Rutina.
Ella lo mira con desden. Abre el frigorífico. Tras una búsqueda infructuosa, un carraspeo desaprobatorio. Portazo. El zumbido del microondas rompe el silencio. El busca en el fondo de un paquete de galletas. Ducha, crema dental y cepillo. Sábanas frías, radio despertador y libro......-Hasta mañana Cariño-.